Noches Frías

El Amor En Las Noches Frías

El termómetro sigue bajando. En las calles la gente se cierra los abrigos, se acomoda las bufandas y mete sus manos en las bolsas.

¡Vaya que hace frío! Creo que todo mundo espera llegar a su casa, prepararse un café caliente y sentarse con una manta en las piernas a tomárselo con un pan de dulce.

A mí ya no me tocaría café porque era muy tarde, pero sería hermoso llegar a una cama caliente, abrazar a mi esposa y dejarme conducir al sueño entre sus brazos.

En ese momento sentí algo de lástima por todos aquellos que decían que eso de estar con alguien por tanto tiempo ya estaba obsoleto.

En un tiempo donde todo parece pasar rápido y todo mundo parece buscar siempre la siguiente forma de entretenimiento, yo soy de la vieja escuela.

No me importaba quedarme sin cenar.

En estos tiempos son pocos los que pueden disfrutar de la intimidad de esos momentos.

Entré a la casa y dejé fuera el frío de la noche.

A pesar de la obscuridad, el calor del hogar era un agradable contraste comparado con el viento helado.

Me quité el abrigo y entré en el cuarto.

Me puse rápidamente mi ropa de dormir y me metí en la cama.

El calor de mi esposa era lo más agradable que había sentido en todo el día y solo quería acurrucarme a su lado para olvidar un día tan frío.

“¡Estás helado!, hazte para allá”, fue su saludo y buenas noches.

Creo que esta noche también de café con pan para mí…

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