“¿Y por qué demonios tengo que ir yo?”, preguntó ella, claramente irritada.
“Es una cena en un hotel. Ni modo que me presente solo”, respondió él, “Vamos, no será divertido pero la comida es buena…”.
“¿Y por qué demonios tengo que ir yo?”, preguntó ella, claramente irritada.
“Es una cena en un hotel. Ni modo que me presente solo”, respondió él, “Vamos, no será divertido pero la comida es buena…”.
El termómetro sigue bajando. En las calles la gente se cierra los abrigos, se acomoda las bufandas y mete sus manos en las bolsas.
¡Vaya que hace frío! Creo que todo mundo espera llegar a su casa, prepararse un café caliente y sentarse con una manta en las piernas a tomárselo con un pan de dulce.
Hace algún tiempo, durante un viaje y algunas copas de más, un amigo me abrió su corazón.
Tal vez el vino sea mal consejero, pero a veces quita esa necesidad que tenemos los hombres de tener guardada nuestra sensibilidad.
Hay dos tipos de personas: las que ven el futuro con esperanza y las que lo ven como una amenaza.