A veces hay que cortar y empezar de nuevo

A veces hay que empezar otra vez

Por primera vez, el teléfono estaba silencioso la mayor parte del tiempo.

Fuera de las llamadas telefónicas, que parece que ya nadie hace, el aparato estaba en silencio.

El silencio de mi teléfono era el primer paso para salir de mi rompimiento.

Nos conocimos hace muchos años, nos enamoramos, nos casamos y tuvimos hijos.

Como muchas parejas, pensamos que sería todo para siempre.

Sin embargo, con el tiempo las cosas empezaron a ir mal y, después de algunos intentos fallidos de seguir las cosas, vino la separación.

Aunque no es nada divertido, tenía un agravante: el teléfono me recordaba constantemente acerca de ella y nosotros.

Como compartíamos muchos amigos en redes sociales, me la pasaba viendo actualizaciones, comentarios, fotos y demás.

Peor aún, los que todavía no sabían hacían comentarios como si todavía fuéramos pareja.

Así que decidí dar “el cortón”.

A veces lo más fácil es volver a empezar.

Mis amigos, los verdaderos amigos, me llamarían por teléfono o me buscarían en casa.

Por lo demás, bien podía esperar. Cerré mi sesión, que antes había estado abierta las 24 horas.

Me sentí raro pero también sentí que había cerrado un círculo.

Ya habría tiempo de volver a ver qué es lo que hacía todo mundo.

No saber nada de ella ni de los demás era lo que necesitaba. Volví a los tiempos en que el teléfono (hablar, no escribir) y los mensajes eran lo único a la mano.

Ya cambiarían los tiempos. Ya podría ver lo que hace y no sentir nada. Ya todos mis amigos sabrían que no estábamos juntos y habría menos momentos incómodos.

No solo estaba saliendo de una relación: estaba empezando una nueva vida.

Habría nuevos amigos, nuevas cosas que hacer y, con el tiempo, nuevas ilusiones.

Por el momento, era mejor el silencio del teléfono era suficiente.

Eso hasta que comenzó a vibrar. No era una notificación, era una llamada. Parece que alguien realmente quería hablar conmigo u ofrecerme una tarjeta de crédito.

En fin, era un cambio y, en un momento de cambio, hay que acostumbrarse.

“¿Bueno?”

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