Y se nos va «El Gabo»…

Uno de los primeros libros que me hicieron leer en la secundaria fue “La terrible y triste historia de la Cándida Eréndira y de su abuela desalmada”.

Tal vez una historia de prostitución, sexo con menores, violación y asesinato para iniciar a los adolescentes a la lectura “complicada” haya sido un ardid del maestro para despertar nuestro interés, pero funcionó conmigo.

La manera que tenía García Márquez de perderme en un mundo aparte (y raro) se repitió con todas las obras que leí de él.

No voy a decir que fue siempre mi autor favorito pero, cuando quería alejarme de la realidad, era mejor que leer ficción espacial o novelas de asesinatos: “El Gabo” podía incluir todo en una obra y hacerte reír, enojarte, confundirte y hasta sentir algo de asquito.

Desde mi punto de vista, el arte no se trata de ganar premios, sino de hacerte sentir algo.

En esto, Gabriel García Márquez realmente se lució con gente de todo el mundo, de todas las clases y credos.

Lo mejor de todo es que su legado no serán un montón de libros, obituarios y pensamientos.

El mejor legado de un personaje como él es la gran cantidad de pupilos que, inspirados por su obra, tratarán de alcanzar su altura.

Probablemente alguno de ellos lo logre. ¿Qué honor podría ser más grande para cualquier autor?